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La minería en la cultura cubana

The mining in the Cuban culture

Virginia Costa-Llanos, Daniellis Rodríguez-Mejías

Resumen:

Este trabajo constituye un abordaje preliminar al tema con vistas a fomentar la investigación de la dimensión social de la minería cubana y destacar su contribución al desarrollo de la identidad nacional. La minería se ha caracterizado por representar un proceso productivo industrial signado por el deterioro ambiental y humano. Esta actividad, igual que todas, muestra el desempeño de una diversidad de tareas que dejan huellas en la formación de una cultura productiva y social.

Palabras clave: minería; sociedad; cultura cubana e identidad.

Abstract:

This work constitutes a preliminary approach to the theme to promoting research on the social dimension of Cuban mining and highlighting its contribution to the development of national identity. Mining has been characterized as representing an industrial production process marked by environmental and human deterioration. This activity, like all, shows the performance of a diversity of tasks that leave traces in the formation of a productive and social culture.

Keywords: mining; society;Cuban culture and identity.

1.INTRODUCCIÓN

Este trabajo constituye un abordaje preliminar con vistas a fomentar la investigación de la dimensión social de la minería y destacar su contribución al desarrollo de la cultura e identidad cubanas. La minería se ha caracterizado por representar un proceso productivo industrial signado por el deterioro ambiental y humano. Esta actividad, igual que otras, muestra el desempeño de una diversidad de tareas que dejan huellas en la formación de una cultura productiva y social.

El lugar que ocupan las migraciones en el surgimiento y desarrollo de la minería otorga a los productos que genera características que se articulan en diversos y múltiples aspectos, las cuales abarcan desde las rebeliones de esclavos hasta el imaginario colectivo y marcan con sus huellas la historia y el saber.

Los antropólogos clasifican las culturas prehistóricas asignando, en la generalidad de los casos, un espacio fundamental a la utilización de la piedra y los metales. Otros teóricos denominaron así a los distintos estadios culturales, indicando cuál era el material utilizado por los hombres en cada periodo: edad de piedra, edad de bronce.

El empleo por el hombre de materiales pétreos, junto a la domesticación de animales y el cultivo de cereales, ha sido señalado por los estudiosos como un hito en el progreso social. El antropólogo Lewis Morgan (1986) fijó que la producción de metales es el elemento sobre el que descansa la base de la civilización.

El desarrollo de la actividad minera se encuentra unido al avance de una nación, porque la necesidad del consumo de minerales aumenta año tras año, por eso la minería se incrementa de una manera ininterrumpida. La minería, la sed de oro, la obtención de metales preciosos, en general, fue el motor del descubrimiento del Nuevo Mundo; y también el mayor impulso a la expansión española en América.

2.DESARROLLO

Hasta fines del siglo XVIII la economía del Imperio ultramarino descansó en la explotación de minas. La primera actividad económica de la Conquista fue la minería, que se mantuvo durante la Colonia y la República. En el Caribe hispano se encuentran las dos primeras explotaciones mineras de América y en América Latina la tradición minera ha estado vinculada al crecimiento de las comunidades más antiguas de la región.

La minería en Cuba presenta algunas características que permiten definirla: su extensión en el tiempo y el papel de confluencia de la multirracialidad, puesto que constituyó un espacio ocupado por migraciones que permitieron la inserción, en lo más íntimo del ser cubano, de nuevas manifestaciones culturales expresadas en diferentes aspectos, como la religiosidad popular o en el propio devenir histórico a través de rebeliones de esclavos y movimientos obreros.

Aunque el azúcar, el café y el tabaco juegan en la formación de la identidad nacional un papel significativo, también lo tiene la minería, aunque no esté reconocido. Esta se ha caracterizado por representar un proceso productivo industrial signado por el deterioro del medio ambiente y de la raza humana; si bien dicha industria muestra el desempeño de una diversidad de tareas complejas que dejan sus huellas en la formación de nuestra cultura  productiva y social.

Como todas las actividades económicas, la minería en su desarrollo da origen a una serie de hechos culturales que, generalmente, son analizados como independientes. El proceso tecnológico, que comienza desde la extracción del mineral hasta culminar en el producto que va al mercado, incluye un proceso cultural. Se hallará presente la explotación aborigen, esclavitud negra, luchas sociales, mestizaje biológico y cultural, embarcadero, ferrocarril, inversiones extranjeras, migraciones, asentamientos, enclaves económicos. Todo ello da por resultado un impacto cultural derivado en la arquitectura, religión, la educación, el idioma, el deporte… todos los factores de la vida social están, de algún modo, ligados a los procesos de la actividad minera y sin la cual no podrían ser explicados. Hay una cultura que carece de calidad material, que está presente en las costumbres, creencias, lengua, la idiosincrasia de la sociedad y que revela una identidad regional (Costa-Llanos 2001).

La porción oriental de la isla de Cuba fue y es un territorio con diferencias regionales muy marcadas. La minería del sur se distingue de la del norte, no solo en el espacio y en el tiempo, sino también en la diversidad de la producción y en el nivel de desarrollo. Surgen en condiciones históricas muy distintas y atraviesan procesos históricos y culturales, desiguales. En 1533 ocurrió, en la encomienda de las minas de Jobabo, el primer alzamiento de esclavos del cual se tiene noticia documentada.

En Santiago del Prado (El Cobre) se llevó a cabo el beneficio de ese mineral más antiguo de América. Desde finales del siglo XVI se explotaban los yacimientos del cerro de Cardenillo, al oeste de la bahía de Santiago de Cuba; en un momento determinado se utilizaron camellos para el traslado del mineral hasta el puerto. En estas minas trabajaban no solo los cobreros (esclavos que extraían el mineral), sino también aborígenes y canarios que ejecutaban labores más complejas. La explotación de estas minas motivó una particular concentración de fuerza de trabajo esclava que, a la postre, traería notables consecuencias para la historia de las luchas sociales en la región (Portuondo-Zúñiga 1996).

Los cobreros, luego de un siglo de enfrentamiento con las autoridades coloniales, obtuvieron la libertad en 1801; casi un siglo antes de decretarse la abolición de esa institución en Cuba. Es un hecho de la historia del país de obligada referencia al hablar de la dimensión social de la minería, recogido felizmente por José Luciano Franco en su libro Las minas de Santiago del Prado y la rebelión de los cobreros.

La coincidencia en la mina de blancos, negros y aborígenes propició la formación del culto a la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba. A diecisiete kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba el poblado de El Cobre, en una etapa de cierre de minas, acondicionó tres galerías como museo y cuenta con el santuario, corazón de la religiosidad popular cubana. Si bien El Cobre es centro de catolicismo y religiosidad popular (en la que se utilizan piedras y algunos minerales, piedra de rayo, imán, entre otras, para actividades prácticas y litúrgicas) en la minería del norte de Oriente, específicamente en los enclaves norteamericanos (Moa, Nicaro, Felton), la religión mayoritaria es la protestante, con sus diferentes denominaciones.

También la arquitectura vinculada al desarrollo minero nororiental presenta diversos sistemas constructivos en las distintas comunidades.

Una investigación sociolingüística en comunidades mineras (Carralero & Vicente 2010) nos ha permitido tener una visión, que debe ampliarse, del acto comunicativo entre los mineros en el marco de sus actividades productivas. Varios préstamos lexicales del inglés están condicionados por hechos extralingüísticos que dependen del desarrollo histórico de la sociedad cubana  (Figueroa & Soto 1988).

De manera que entre los factores que precisan ser estudiados para conocer mejor la cultura e identidad de la Isla está el entorno creado por  la minería. Los productos formativos de la actividad van más allá de los cambios tecnológicos generados para hacerla más beneficiosa o de las vertientes comerciales de su producto y su influencia en la estabilidad europea o norteamericana.

Hay un universo estético vinculado a la minería, tanto a escala nacional como internacional. La vida del minero se ha plasmado en la literatura en obras como Germinal, de Zola y la fiebre del oro fue llevada al cine por Chaplin en La quimera del oro. El cante jondo ha sobrevivido a las explotaciones mineras españolas donde nació, inspirado en la actividad constructiva y destructora de la vida de esos hombres (Ayala-Carcedo 2000).

Esa dimensión humana puede tratarse multidisciplinariamente. En la historia del arte y de la cultura cubana hay valiosos testimonios que tienen su punto de partida en la minería.

La cantera de San Lázaro en la que el joven José Martí fue condenado a realizar trabajos forzados en 1870 puede ser considerado patrimonio cultural cubano, como también su ensayo El presidio político en Cuba, que constituye la narración del horror vivido. En la Isla de Pinos, donde estuvo deportado, fue acogido por Sardá, el dueño de la hacienda El Abra, en la que existía una mina de mármol.

Tanto Piron, en el siglo XIX (Piron 1995, reedición de Editorial Oriente); como Hazard (1928) a inicios del XX, describen el poblado de El Cobre; el primero se refiere a las ferias que allí se celebraban y el segundo cuenta las terribles condiciones de trabajo de los mineros.

En la primera mitad del siglo XIX comienza la penetración extranjera en la minería, pero no es hasta la segunda mitad del mismo siglo en que las inversiones norteamericanas adquieren una proporción considerable. Puede ser este el momento en que aparece el daiquiri, el famoso coctel cubano, gestado (según la leyenda) en esas minas de manganeso santiagueras, la de Daiquiri, cuando un ingeniero en minas norteamericano intentó mezclar  ron con limón para aliviar el calor o el tedio.

La entrada del ejército interventor en 1898 y la disposición de Leonardo Wood de que se organizara todo lo relativo a la minería cubana entregan esta riqueza, en forma absoluta, a manos extranjeras.

3.CONCLUSIONES

·         Para abordar, como proceso histórico, la historia y la cultura de la minería, sus aportes históricos y culturales, se precisa una inmensidad de tareas que abarca desde una periodización de la actividad, a partir sus orígenes, el establecimiento de momentos históricos, hasta el estudio de la jerga (si puede llamarse así), su extensión y profundidad.

·         Con relación a su rol como elemento histórico e identitario reconocido en Cuba pudieran contestarse las siguientes preguntas: ¿Ha sido portadora o no la minería de alguna tradición enraizada en el alma del pueblo cubano? ¿Lega alguna huella indeleble a la historia o la cultura cubana? ¿Existe un universo estético inherente a la minería? ¿Es la minería, más allá de sus inicios, de desmonte de tierras, una actividad eminentemente masculina? Estas pueden dimensionarse al Caribe o, al menos, a Cuba y a La Española.

·         Si, como dijera Barnet (2005), de “aprender a ver lo cubano con óptica antropológica” se trata, es insoslayable incluir la minería.

4.REFERENCIAS

Ayala-Carcedo, J. F. 2000: Patrimonio natural y cultural y desarrollo sostenible. En: Patrimonio geológico y minero en el marco del desarrollo sostenible. Ed. Isabel Rábano, Madrid.

Barnet, M. 2005: Editorial. Catauro Revista cubana de antropología 7(12):4.

Carralero, S. & Vicente, Y. 2010: Lenguaje, comunicación e identidad en la región minera de Moa. Espéculo: Revista de estudios literarios. Consulta: 4 enero 2014. Disponible en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero44/leminero.html

Costa-Llanos, V. 2001: Comunidades mineras y patrimonio cultural. Minería y Geología  18(2).

Figueroa, V. J. & Soto, L. D. 1988: Características lingüísticas del vocabulario de la minería a cielo abierto en Moa. Revista Santiago 70 sep.

Franco, J. L. 1975: Las minas de Santiago del Prado y la rebelión de los cobreros, 1530-1800. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

Hazard, S. 1928: Cuba a pluma y lápiz: la siempre fiel isla. 3 tomos. Cultural S. A., La Habana.

Morgan, L. 1986: La sociedad primitiva. 2da Ed. Ediciones Quinto Sol, 559 p.

Portuondo-Zúñiga, O. 1996: Santiago de Cuba desde su fundación hasta la guerra de los 10 años. Editorial Oriente, Santiago de Cuba. 

Piron, H. 1995: La isla de Cuba. Editorial Oriente, Santiago de Cuba.

EXGEO. 2001: Report of the integrated Study LL-05 Field. Informe PDVSA. Maracaibo, Edo Zulia.

EXGEO C.A. PDVSA. 2005: Actualización y revisión del modelo estático y dinámico y plan para el desarrollo del yacimiento LL-05. Maracaibo, Edo Zulia.

Gallardo, H. 2012: Modelo de flujo por imbibición en yacimientos fracturados. Trabajo de Tesis. Universidad Nacional Autónoma de México.

Lugo, J. 1992: Historia tectónica a lo largo de los sistemas de fallas de Icotea y Pueblo Viejo, cuenca de Maracaibo. VI Congreso Venezolano de Geofísica. Memorias. Caracas, p. 118-124.

 

Virginia Costa-Llanos, vcllanos@ismm.edu.cu

Máster en Estudios Cubanos y del Caribe.

Departamento de Extensión Universitaria.

Instituto Superior Minero Metalúrgico, Moa, Cuba

 

Daniellis Rodríguez-Mejías, drmejias@ismm.edu.cu

Lic. En Estudios Socioculturales.

Departamento de Extensión Universitaria.

Instituto Superior Minero Metalúrgico, Moa, Cuba